e.[ad]escuela de arquitectura y dise�o PUCV
barra01ESCUELAAMEREIDACARRERASINGRESO
Amereida > Taller de América > Trimestre 2
Taller de Amereida
 
  Clase de Taller clase I
Clase de Taller clase II
Clase de Taller clase III
Clase de Taller clase IV
Clase de Taller clase V
Clase de Taller clase VI
Clase de Taller clase VII
Clase de Taller clase VIII
3er Trimestre 2003

Matriz Cuaderno PDF
Bajar Matriz de Carpeta
 

e.[ad]
Escuela de Arquitectura y Diseño
Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso.
Av. Matta 12, Recreo,
Viña del Mar, Chile
fono: (56-32) 274401
fax: (56-32) 274421


 

Clase 08
19.08.03
Profesor Manuel Sanfuentes

Uno puede advertir cuándo el verso nos concita y nos deja ensimismados, retumbando al pulsar de cierta cuerda, encaramados encima de un ángel que no se advierte; uno reside ese instante como siendo algo más que uno mismo. Entonces no hay ensimismamiento sino pura proximidad, otredad; uno deja de ser uno mismo en ese tiempo.

La phalène vuela y ciega su existencia hasta el extremo. Nosotros no hacemos tanto, pero nos ilumina esa chispa que estalla cuando el fuego consume a ese ser de alas blandas y lo deshace; nosotros no hacemos tal, pues nada tiene un tal cual o cada cual tiene el suyo en su naturaleza.

¿Qué de todo eso da su nombre a la phalène? Más que una consumación es el hecho de que ahí se cumple algo, se da una vida entera que prende y se extingue ahí mismo y no recapitula ni vuelve ello mismo a suceder; sucede otra cosa, no aquello sido.

La palabra cuando es dicha se hace y se deshace en la boca; el poema de la phalène es ella misma, su propio tiempo, su propio aire, su presente y su memoria. Y de ello nada queda en lo tangible, ni un edificio, nada semejante a lo que yace ocupando un lugar en el espacio. No hay más que un tiempo dedicado a la indolencia, a la siesta americana, al paseo por la ciudad, a la vagancia matinal de un joven que promete.

La insignificancia que más tarde significa y da sentido, constituye en el que así practica su prestancia, un eje más que memorable; es primeramente un querer que se va haciendo una voz como una guía que se torna en referencia.

Acaso será su vuelo el que nos reconforta, su aérea proporción que nos evoca el aire libre y nos induce a un paso intransmisible. Será la muerte voluntaria en ese fuego de una noche que nos deja atónitos y malheridos. Nosotros nos salvamos de esa muerte inclaudicable, de morir en el regazo de un ardor insufrible. Pero no así la poesía, no lo que se dice en ese instante. La palabra cuando es dicha se consume en el oído; podemos recordar pero no transcribir, podemos hacer señas pero no la misma cosa.

Aquello más preciado ha de buscarse a diario; lo que se guarda se aquieta y queda mudo y cada vez exige que uno vaya a celebrar lo que en la intimidad hace precioso lo que se emprende. El poema es un sol que vence al alba, se empina, enciende el fuego en estas costas del Pacífico y decae en sus aguas y se consume en entero en el ocaso… y la noche vuelve y sólo recrea el día puesto que ya no lo tiene; la luz se ha disipado hasta la próxima jornada y así… inevitable cada día.

“hambre insaciable de un alimento intangible”; sed de cuanto hace resistir y lleva adelante el motivo que se desconoce: lo que la fe hace perentorio y pertinente. Ese alimento intangible -como dice- nunca sacia el hambre trascendente.

No cumplimos un procedimiento ni una fórmula que nos refresque del trasnoche; por eso la phalène no es una actividad de lo ordinario ni obedece a u calendario que las artes requirieran; ella se da en cuanto necesidad de lo insaciable, en cuanto afán de permitirse irse dando en lo que le da a lo suyo, a su quehacer o a su oficio, un vuelo que no ha tenido y no tendrá jamás si no advierte en lo intratable lo intangible que sí, siempre, todos reconocen.

El Taller ha procedido desde un inicio, desde Dante, en este camino que nos advierte de la intimidad que en la Escuela ha de darse; tampoco como un cumplimiento de una palabra empeñada, sino como una ruta de un devenir que hace de lo nuestro un fraternal acompañarse entre lo versado y lo que se proyecta.

Si la fiesta ha de ser consoladora, habrá un suelo que debe irse dando para que el pie reciba bien lo que en el vuelo viene como inasible, etéreo y consolador.

El viaje, el vuelo de la phalène hasta el fuego que la consume, es un recorrido por lo que ha dado base a este Taller: la capacidad de sostener en las palabras –una obra del lenguaje- un origen que ha dado tradición a un modo de asentarse y hacer fe en las arenas que vuelan cada día y que avanzan en un tiempo que aún no tiene su medida.

 

| ESCUELA | AMEREIDA | CARRERAS | INGRESO | Mapa del Sitio | Buscador | Contacto |
Pontificia Universidad Católica de Valparaíso | Sistema de Biblioteca | Vicerrectoría de Asuntos Docentes y Estudiantiles VRADE
e.[ad] © Escuela de Arquitectura y Diseño, 1998 - 2003. Todos los derechos reservados.