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Amereida > Taller de América > Trimestre 1
Taller de Amereida

   

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Escuela de Arquitectura y Diseño
Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso.
Av. Matta 12, Recreo,
Viña del Mar, Chile
fono: (56-32) 274401
fax: (56-32) 274421


  Clase 01
24.03.2003
Profesor Jaime Reyes

Estimados:
Este es el trabajo de las cartas, en la entrada de un saludo para atender a una visión. Las conversaciones en torno a ella han ido quedando en los aires, a merced de los vientos, y se requiere entonces una nombradía para que el papel pueda ayudar a los oídos (0).

 

Je suis le Ténébreux, - le Veuf, - l'Inconsolé,
Le Prince d'Aquitaine à la Tour abolie :
Ma seule Etoile est morte, - et mon luth constellé
Porte le Soleil noir de la Mélancolie.(1)

                                                 Gérard de Nerval

 


¿Por qué Godo había escogido los versos de Gerard de Nerval para comenzar siempre una phàlene? Versos que hoy llamaríamos depresivos o angustiosos. Sin embargo, durante los años 1500 y 1600 a los estados de depresión y psicosis se los denominaba “melancolía” y una imagen recurrente en el simbolismo alquímico es el sol negro. Las estrellas ejercían una influencia directa sobre todas las cosas y tanto las personas como la naturaleza recibían la luz de los astros como un efecto o comunicación directa sobre sus vidas. Nerval recoge un modo de aprehensión de la realidad que sus contemporáneos han extraviado, sabe que la época que le ha tocado vivir lo convirtió en el desdichado, el desconsolado, el tenebroso (es el poeta el último de los magos que trabajan con lo oculto y con las experiencias que hoy se consideran insanas o propias de la locura); y fue convertido porque esta es una era sin tiempo (poético) que no soporta ni tolera una realidad (2) natural que se parece más a un hálito misterioso y singular, que a una máquina sistémica y ordenada (3). Príncipe de un reino-maravilla desaparecido, habitante de un Lugar-torre que ha sido abolido (abolir no es derrumbar ni demoler, sino derogar por decrepitud e inutilidad). Los versos de Nerval son una exhortación y un llamado, casi una invocación. La poesía, y más concretamente el acto poético, es entonces una experiencia dialéctica extraordinaria en cuanto nos aproxima a un modo del tiempo que no se rige por los preceptos del paradigma científico moderno (4), sino que restaura, abre y extiende un tiempo original y distinto, cuyo orden se da sólo en el presente y al modo como los hombres lo habían concebido durante prácticamente el noventainueve por ciento de su historia sobre el planeta. Nosotros somos herederos de las cosas que hemos hallado en los actos poéticos, no de los encuentros superficiales que nuestra razón identifica como logros de diversa tipología (5). Es por esto que, las más de las veces, un poema hecho por todos en una phalène carece de sentido y resulta una construcción incomprensible cuando se lo relee tiempo después. Un análisis digamos “literario” de un poema pretende encontrar una construcción abstracta que manifiesta una armonía lógica para que su modelo contenga belleza, pero el poema de la phalène es pleno de sentido sólo durante y mientras la phalène se está jugando. Ésto porque allí las relaciones de armonía responden no a la lógica de los arquetipos de la literatura como lenguaje (es decir no se hacen obras de arte), sino al estado sensual o trance por el que atraviesan los participantes o autores (6). Un acto poético se diferencia de una obra de arte en que depende todo su hacer y a su acontecer al presente puro. El cálculo o proyecto o ensayo previo son una coordenada primera, previa y mínima; no la base fundamental (7). Sin duración y abierto a que todo pueda suceder, sin otro encargo que jugarse -el todo por el todo- ese mismo presente. Un acto poético, si cumple con su regla de oro; aquella en que es incorporado incluso aquel o aquello que pretende destruir el juego, no puede fracasar. El tiempo original creando la realidad para que el mundo sea una existencia verdadera.
Aproximadamente a los dos años y medio de edad aprendimos (o nos enseñaron) a decir y a saber “yo soy yo”, mientras que en culturas anteriores a la Revolución científica-industrial un hombre podía pasar toda su vida sin acentuar el ego, y diciendo mejor “yo soy mi ambiente”. Pues bien, durante un acto poético y durante una travesía comenzamos a aprender el “yo es otro” de Rimbaud. Pero esta vez no se trata de decir yo soy otro yo; no hablo de sustituciones de un ego por otro concepto parecido, sino de que en travesía yo soy los otros, los demás. Puedo ser, al mismo tiempo y en el mismo lugar, yo mismo y otros, muchos más. Es lo que yo llamo poéticamente la multitud, que ya no la identidad ególatra irreductible e indudable. Del mismo modo que, en el ejemplo dado por Boris Ivelic (8), un escultor no puede encargar su obra, en una travesía el cuerpo no pude ser sustituido por la mente en el aprendizaje y en la comprensión de la realidad. Es más, durante la travesía se puede decir y afirmar que, a través del trance sensual y erótico, el cuerpo aprende a pensar. Es el viejo concepto de mimesis griega: el aprendizaje es un proceso biológico y social en el que el conocimiento “objetivo” simplemente es una contradicción.
Esta es la experiencia en que nuestra Escuela -y la ciudad abierta- han formado a todos quienes hemos estado en ellas durante los últimos cincuenta años.
La nueva y severa hora cobra sus anhelos y quisiera sugerirlos. Para esto está donada la palabra del Ágora, una que fue travesía para poner la estancia en su propio ritmo, para dar el marco, luego el primer golpe de la puesta en marcha.

NOTAS

Nota 0
Estoy hablando de emigrar. Acaso ¿no es este el verbo que nombra los pasos anteriores recién mencionados? ¿no es esto lo que hemos hecho cada vez? La emigración se hace desde un sitio que ya no es lugar hacia un nuevo lugar. Uno emigra de un sitio que ya no ofrece condiciones de vida hacia otro que pueda ofrecerlas. Pero es poéticamente como debemos hablar de estos caros asuntos. Porque nosotros no podemos emigrar como lo hacían los antiguos; para ellos el descubrimiento del lugar era una cuestión divina. Sus migraciones eran encabezadas por sus sacerdotes y así el lugar era el encuentro con el dios. Tampoco podemos hacerlo como se emigra en la actualidad, en donde la tecnología permite irse a trabajar a cualquier parte del mundo mediante cálculos políticos o económicos. No podemos trasladarnos por las necesidades económicas generadas desde un libre mercado de trabajo que nos asegure recursos y prosperidad. Sucede que de esta manera el lugar es el encuentro de la Tierra en tanto que explotable y así puede resultar adecuado cualquier lugar. Así se transforma todo encuentro en solo tipo de encuentro y toda la variedad de lugares en un solo lugar. Nosotros emigramos poéticamente. A nosotros nos atañe un nuevo Lugar y su encuentro. Y esto es Amereida.
¿Cuál es la condición para que la Tierra pueda encontrarnos como tal Lugar? ¿Qué es lo que debe tener-lugar para que un tal encuentro sea posible? Romper la doble mutilación del tiempo.
La primera. La planificación transforma en presente anticipado todo lo que puede en él calcularse.
La segunda. No dejando al futuro más que su que su parte de imprevisto, imprevisibilidad, en pocas palabras: la amenaza que él presenta contra toda previsión. Así el hombre sólo puede vivir en tránsito, es decir, en la indiferencia del pasado, del presente y del porvenir con solamente la posibilidad amenazadora de la ruptura de esa indiferencia. Romper esta doble mutilación es la condición previa a toda modificación de la vida.

El tiempo ha de aprehenderse como fruto. Es un tiempo que no se fuga hacia la muerte; un presente que se parezca a la eternidad, pues en ella nada tiende hacia la muerte. Y un fruto esplende como tal cuando sirve más para el regalo que como alimento. Un tiempo regalado, como la semilla que es un signo viviente que guarda y cuida en secreto la maravilla de la creación, porque a través de una maduración y un florecimiento ya no perece. Un tiempo como un hijo –fruto del amor- que encarna el renacimiento y la resurrección atravesando la muerte para que recomience el ciclo de la vida. Nosotros no sólo llevamos inexorablemente esta condición –porque somos hombres- sino que debemos manifestarla, hacerla presente, convertirla en regalo. Y esto es la creación de un mundo.

Nota 1

Je suis le Ténébreux, - le Veuf, - l'Inconsolé,
Le Prince d'Aquitaine à la Tour abolie :
Ma seule Etoile est morte, - et mon luth constellé
Porte le Soleil noir de la Mélancolie.

Dans la nuit du Tombeau, Toi qui m'as consolé,
Rends-moi le Pausilippe et la mer d'Italie,
La fleur qui plaisait tant à mon coeur désolé,
Et la treille où le Pampre à la Rose s'allie.

Suis-je Amour ou Phébus ?... Lusignan ou Biron ?
Mon front est rouge encor du baiser de la Reine ;
J'ai rêvé dans la Grotte où nage la sirène...

Et j'ai deux fois vainqueur traversé l'Achéron :
Modulant tour à tour sur la lyre d'Orphée
Les soupirs de la Sainte et les cris de la Fée

Yo soy el tenebroso, -el viudo, -el desconsolado,
el príncipe de Aquitania, el de la torre abolida:
muerta está mi única estrella, -y mi constelado laúd
luce el Sol negro de la Melancolía.

En la noche de la tumba, tú que me has consolado,
devuélveme el Posílipo y el mar de Italia,
la flor que tanto gustaba a mi corazón desolado,
y el ramaje donde la vid se une a la rosa.

¿Soy Amor o Febo?… ¿Lusignan o Biron?
Mi frente aún está roja del beso de la reina;
he soñado con la gruta donde nada la sirena...

Y dos veces vencedor crucé el Aqueronte:
modulando por turno en la lira de Orfeo
los suspiros de la santa y los gritos del hada

Nota 2
La realidad se muestra y aparece siempre en complejidades diversas; a veces se extiende sobre o dentro de un tiempo que nos impone obligaciones elaboradas a través de plazos, proyectos, cálculos y planificaciones, otras veces se presenta como un campo pleno y adecuado para el crecimiento. La realidad actual, la que pretende ser establecida como el campo común sobre el cual comunicarnos con y en el mundo, parece determinada por factores que no manejamos a cabalidad y que nos son impuestos por agentes externos que interfieren en nuestra tradición. Es cierto que el mundo impone sus condiciones para quienes deseen estar dentro de él, al menos si consideramos ese estar dentro como una actualización que nos permita seguir siendo lo que somos. Es cierto que seguir siendo lo que somos implica cambios estructurales, sicológicos, políticos, académicos, etc. Es decir, no basta con la herencia que recibimos, no se puede vivir de ella sin actuar sabia y enérgicamente sobre su patrimonio, sin intervenirlo y hacerlo patente más allá de la mera conservación. Pero no es menos cierto que esa acción de cambiar no puede ser inducida tan sólo por la necesidad de sobrevivencia, no puede estar fundada en el vértigo provocado por el temor al atraso o a la obsolescencia. De hecho el verdadero cambio no es acometer acciones en pro de estar bien ubicado dentro del contexto general que el mundo mantiene como la normalidad y la coherencia admitida, sino de estar precisamente más allá de ese límite o campo estándar y seguro. Digo que nuestros cambios no pueden orientarse por alcanzar los mínimos suficientes que aseguren la manutención de nuestros estatus, sean del orden que sean. Tampoco se trata de mejorar debilidades ni de consolidar fortalezas. Nos debemos a una realidad insuperable que está planteada mucho más allá de lo que el mundo ha podido calcular -hasta ahora- como lo posible. Esto es correr riesgos. Y no tenemos tiempo que perder.

Nota 3
Últimamente hemos establecido una metodología instrumental que intenta, organizacionalmente, adecuarse y asegurar el buen manejo y funcionamiento de nuestras empresas. Sin embargo, aún cuando consigamos que dichas medidas tengan un éxito del cien por ciento, no habremos avanzado mucho hacia la comprensión de la realidad que nos corresponde dilucidar y construir. Esto porque la realidad no puede erigirse a partir del ejercicio racional de distinguir lógicamente los elementos que la componen, para luego reordenarlos según un objetivo. La realidad no es un ejercicio matemático que responda a las leyes de un proceso metódico que establece fórmulas. Los factores que nos influyen directa o indirectamente no pueden ser aprehendidos como una secuencia mensurable que, al ser analizada con las herramientas metodológicas que se quieran, se demuestre infalible o tranquilizadora (a la economía de toda la historia le disgusta, a pesar de autodenominarse ciencia, jamás haber anticipado un fenómeno). Es más, la administración masiva es una cierta forma de violencia moderna que tiene sus reflejos en el consumo (que es más un escape de la angustia que un modo de vida), en la acumulación de bienes y en el valor que, a través del dinero, tienen en la escala social aquellos bienes. Los puestos de trabajo valen según sean más o menos eficientes para producir y acopiar dinero.

Nota 4
Hoy sabemos (aunque lo trascendente aquí no es saber sino creer) que dos cosas pueden existir al mismo tiempo y en el mismo lugar, a pesar de la estructura de casi quinientos años que el método científico impone como lo evidente. Una visión se las ve precisamente con lo evidente para indicarnos aquella parte que no está expuesta en esos términos. La realidad es aprehendida -y por cierto construida- a través de las relaciones eróticas y sensuales en las que se funden objeto y sujeto, y dejan de tener sentido las oposiciones de los contrarios. Todas las elaboraciones, interpretaciones y esquemas de clasificación empírico-racionales del mundo que occidente intentó en estos últimos siglos, imponen un orden lógico sobre la naturaleza y no han obtenido salida para un problema tan principal como primigenio: la situación del arte. Incluso la concepción mecánica de la naturaleza hoy debe retroceder ante la evidencia de que la vida responde a una relación espiritual que interviene necesariamente a la hora de la creación. La física cuántica ha intuido que en el universo no hay solamente materia y movimiento, y que estos fenómenos no son los únicos que se pueden medir y comprobar. Ahora sabemos positivamente que la observación de partículas elementales interviene en el ser esencial de dichas partículas, y podríamos entonces aseverar que una observación cualquiera incide, altera y modifica el objeto observado, hágase ésta con los métodos o tecnologías que se quieran. Esto quiere decir que ni nosotros -los seres vivos- ni la materia aparentemente inerte son entes independientes en su relación mutua y con el cosmos, más bien somos preciosamente integrantes y decisivos los unos con los otros. No se puede afirmar la existencia de una naturaleza “viva” que dispone de una conciencia propia, pero tampoco es posible creer que la materia no es una extensión de nosotros mismos y de todo lo que nos rodea, aún so pena de permitir que los detalles sensoriales nos distraigan hasta el punto de llegar -por culpa de esa distracción- a no poder conocer a la naturaleza. Estas concepciones ponen en graves problemas al paradigma occidental de la realidad (imaginen a un científico asegurando que por estar de cuerpo presente durante la medición del peso de una barra de hierro esta “cambia” de peso).

Nota 5
El pensamiento materialista considera que, por ejemplo, en una empresa o en un objeto, cada función es una parte que debe acomodarse al engranaje adecuado para la obtención de un buen resultado. Tanto la empresa, el objeto e incluso el universo, se representan como una máquina compuesta por un conjunto de recursos, partes o elementos que irremediablemente responden a un orden evaluable, medible, cuya precisión y exactitud son indudables. Si un fenómeno no se puede medir, no cabe en la explicación “verdadera” de la realidad. Así se pueden construir buenas casas, pero jamás se obtiene una obra de arte.

Nota 6
Pero a pesar de que estas intuiciones tienen ya más de medio siglo, aún la sociedad se comporta según un modelo newtoniano (ésto porque las ideas que rigen a las civilizaciones son exitosas en virtud de su consonancia con procesos sociales y no en virtud de la verdad que representan) en el que la causalidad es la explicación y el fundamento para todos las verdades: cualquier hecho -incluso uno histórico- tiene una causa que lo explica y es la búsqueda de esa causa el camino escogido por nuestra conciencia para la obtención de la verdad. La naturaleza, para ser conocida, debe analizarse desde fuera de ella, reducida a unidades medibles bajo cualquier circunstancia (las unidades discretas de la física cuántica son una elaboración que nos aproxima a una naturaleza no estructurada mecánicamente). Desde Galileo creemos que para conocer algo es necesario distanciarse de ello y convertirlo ya no sólo en una abstracción sino en un número. Es por esto que los fenómenos artísticos nunca han encajado satisfactoriamente en una sociedad que vive creyendo que no importa entender por qué suceden o son las cosas, sino y sólo cómo suceden o son (Newton, al igual que nosotros hoy día, no sabía -y desesperaba por no saber- qué es la gravedad, pero se defendía argumentado que había establecido sus efectos y que podía medirla y calcularla). En cambio una visión es el por qué.

Nota 7
El proceso de producción de un bien material no es -ni siquiera se aproxima- al proceso de elaboración y nacimiento de una obra de arte. En este último intervienen las musas. Nada menos. Sucede aquí, entonces, que el mundo es un lugar de pertenencia, en el que nosotros participamos directamente como miembros del cosmos y no como entes espectadores que rígidamente distinguimos entre observador y observado. En el arte es más importante ser que hacer, a diferencia de todas las especulaciones actuales (y no tan actuales) en las que la tecnología -y los tecnócratas- han sido elevados al nivel de la filosofía; en donde el experimento, que es el paradigma de lo que hoy se llama investigación, es una situación artificial para obtener por la fuerza los secretos de la naturaleza: cualquier problema deja de ser oscuro y confuso mientras se le aplique una larga cadena de raciocinio mediante la cual se distingue, se separa y finalmente se vuelve a reordenar. Es la operatividad de las partes y el todo, por sobre el antiguo juego de las semejanzas del arte. Juego en el que cada cosa poseía su equivalente o su inverso y se comportaba de acuerdo a esta estructura: una piedra cae hacia la tierra porque a ella pertenece; el fuego se eleva hacia los cielos porque esa es su residencia, etc. Sin embargo, gracias a las aplicaciones del método cartesiano -que no permite contradicciones- en la geometría y en la lógica, se instauró la idea de que el hombre puede conocer todo lo que le es dado conocer por medio de la razón y de experimentos que aseguren resultados idénticos para las mediciones de un mismo fenómeno bajo cualquier circunstancia (si yo peso una barra de hierro en A, espero obtener el mismo producto cuando pese la misma barra en B) ; entonces mente y cuerpo se separan y ya no son semejantes. La misma disparidad se identificó con la separación de todos los objetos y sujetos, es decir una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo. Así la verdad se confunde con la utilidad y aquello que no posee una aplicación práctica casi inmediata se descarta antes de desperdiciar recursos y tiempo. Porque el tiempo es considerado un recurso valioso (el tiempo no era “oro” antes de la aparición del capitalismo).

Nota 8
Por supuesto que también aprendimos metodologías, fórmulas y lo que se podría llamar el sistema cognitivo-científico que somos irremediablemente por gracia o desgracia de occidente. Para el buen obrar hay que habérselas con las materias y sus leyes de funcionamiento; hay que construir reglas, criterios, fórmulas y normas que permitan marchar y trabajar a los lenguajes. Sin embargo, al oír los exámenes de los profesores este fin de año se comprende fácilmente que todo esto no sólo no basta, sino que definitivamente no es la esencia de la cosa: la “sensación de belleza” provocada por un puente; de la forma “emana” una fiesta; el “reposo” como un estado óptimo para la creación; las múltiples respuestas formales maravillosas que se le pueden dar al mismo problema; la “pasión y la donación” son lo fundamental a la hora de enjuiciar un trabajo; un diseñador es un “alquimista” de la materia y un largo etc. ¿Es todo esto medible o evaluable? ¿Cómo explicárselo a quien no cree en la Musa?


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