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Amereida > Taller de América > Trimestre 1

Taller de Amereida

   

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Escuela de Arquitectura y Diseño
Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso.
Av. Matta 12, Recreo,
Viña del Mar, Chile
fono: (56-32) 274401
fax: (56-32) 274421


  Clase 02
01.04.2003
Profesor Manuel Sanfuentes

Tomaré inicialmente los títulos de algunos libros de poemas de Godo para leer en ellos ese esfuerzo mencionado del pie alzado o de un punto de inflexión superior a lo llano: La Guerra Santa, El Paraíso, Los Ascensos, Los Signos, Los Héroes, Tú Forastero .... por nombrar algunos... Cada uno apunta a una medida que no es la media, sino que se sobrepasa; nos manifiesta una tensión hacia lo alto; una tensión que quiere ella misma sobrepasar su medida .....
Todo esfuerzo por aquello que está sobre, ya sea sobre natural o sobre humano, se nos ha de transformar en una guía. De eso se trata, una guía que orienta y nos dirige… hacia dónde? Hacia esa condición, más allá del malestar o la incertidumbre, esa condición poética que los poetas hallaron en el ser humano, su poiesis, su creatividad... en simple ... su hacer en la invención.

Guía
Aquello que encamina
Cuando decimos “Dante o Nada” no lo hacemos desestimando todo lo demás; ni desprecio, ni arrogancia. Buscamos una medida, creemos que ha de haber una medida a la que el poeta quiere abrirse y tender ... encaminarse ... acceder; cruzar el umbral y desde ahí partir de nuevo; como si siempre todo estuviera en uno dispuesto para volver a partir ... Amereida siempre reitera: “por eso mañana partimos a recorrer América “… “partimos a recorrer América ...”
Ha de comprenderse que el poeta adscribe siempre a un legado en el que él halla sustancia, supremacía y máxima; no cualquier cosa, no ornamentos, no benevolencias elegantes; puesto que él quiere que su palabra alcance una expresión máxima ;y en este caso Dante la ha hallado en el trance entre los fines del medioevo y el inicio del renacimiento; es decir, en el traspaso de un mundo a otro; en medio del inicio de la iluminación humana ; en esa inflexión donde siempre la poesía reconoce un punto de supremacía, no de quiebre .... si de renovación.

Guía
Encaminamiento a la inflexión
Virgilio como la recta razón de una época, imagen de la unidad del imperio. Figura que sustenta y, más que rectificar, sobrecoge en su esfuerzo por congregar .... por constituir un pueblo, una nación.
Dante reconoce a Virgilio, Godo reconoce a Dante, nosotros reconocemos a Godo en ello; en esa luz que constituye y hace pueblo, en esa guía que encamina ... tal vez en su vehemencia ... así como nosotros susurramos las grandezas.
Hay una serie de dibujos que retratan a Dante con una mirada no recta, no hacia adelante sino que girando su mentón hacia la izquierda y observando más allá pero sobre los hombros, como mirando a través de su cuerpo. Sin entender desprecios, comprenderé que ese gesto –como una medida de su mirada- ve en escorzo ... ladeado, como quebrado. Cuando se ve de frente no se tiene a uno como referencia del mirar, puesto que no hay nada entre uno y lo observado; entonces en este ejercicio Dante pone un hombro y desde ahí ve. El poeta ha visto siempre con una paja en su ojo; ve así aquello que tiene y el panorama; ve la falta y lo suficiente; con lo que hay lo que no hay.

Guía
Inflexión encaminada
mirada sostenida
Tal medida ha de ser un reconocimiento, un volver a conocer, y un conocer reconfortante... el acto poético es esa inflexión encaminada que encuentra medida y, entonces dice:
“tu eres mi maestro
y tú mi autor”
No para dejarse tomar o ser avasallado por una inmensa grandilocuencia, sino para desde ahí encontrar en uno la grandeza, el poderío que sólo lo da la elección.
Cuando se toma partido, armas; o ellas se dejan, todo lo demás se anula; deja de tener relevancia. Si aquellos poetas de la Hermandad de la Orquídea incendiaron sus poemas, como Cortés sus naves en las costas americanas, fue para despreciarse a sí mismo y recomenzar, abrir nuevamente las puertas del reconocimiento con la confianza que desde ahí todo habría de ser dantesco… desde aquí para allá ... una medida.

Guía
Encaminados en la palabra
Nada garantiza que esta elección nos lleva al paraíso, al igual que Dante, a la vida eterna o a la máxima expresión de cada uno. No porque diga “Señor Mío, Señor Mío” y el pecho me golpee a dos manos seré bendecido.
No porque pare un palo, dibuje una línea o haga un pliegue de papel seré yo un oficiante. No porque cantemos en la arena el Desdichado de Nerval seremos el poeta de Amereida… No porque No.
Será preciso esa guía que da visión, envisiona y otorga al quehacer claridad en el cambio y relevancia a ese pliegue ... inflexión.
Es que se tiene más que algo. Se tiene una palabra que hemos visto, así de reojo, fundadora; así de reojo el acto poético, puesto que no hay instrucción sobre ello; así de reojo, de escorzo la ciudad abierta, puesto que no es propiedad; así de reojo, la poesía, puesto que no aprendizaje, ... sí dedicación, entrega... guía... encaminados acompañadamente, palabra y obra.

Guía
Encaminamiento y orden
Orden y valor de verdad; la poesía es puro reconocimiento, si algo ha sido inverosímil se desprecia ... sin duda el mundo requiere un gesto que reconozca la verdad de las apariencias.
Hemos reconocido la verdad de aquel Pacto de la Victoria, tal vez un pacto es la única posibilidad de la victoria;
Aquella palabra real–verdadera en la poesía es imprescindible, ya que nos habla y nos encamina hacia ese punto en que todo reposa con gallardía y gratuidad. Un libro de poemas o un poema no instruye sino que reconforta o inquieta. Una palabra que apela más allá de los requerimientos encuentra en cada uno un lugar para yacer por siempre; puesto que el que permite, da lugar a una instancia del ser humano que no usufructúa o saca cuentas, porque él mismo ha reconocido en esa palabra un lugar que se abre como insólito; como si no hubiese estado antes, pues se inaugura cuando la palabra sabe entregarse como un regalo que no pide respuestas ni armas tomar... solo ir… solo ir encaminándose. A continuación, leo de la Divina Comedia, en el Infierno el momento en que Dante reconoce a Virgilio:


“Luego, ¿tú eres Virgilio y esa fuente
que expande de elocuencia tan gran río?”
Le respondí con frente avergonzada.

"¡Oh de otros poetas honra y lumbre!
Válgame el gran amor y el largo estudio
que me ha llevado a frecuentar tu libro.

Tu eres mi maestro y tú mi autor;
eres el único de quien he tomado
el bello estilo que me ha honrado tanto.

Mira la fiera, por la cual me vuelvo,
líbrame de ella, ¡oh famoso sabio!,
pues me hace estremecer venas y pulso,”

“Te conviene emprender otro viaje”,
me respondió, tras de mirar mis lágrimas,
“si salir quieres del lugar selvático;

porque esa fiera, por la cual tú gritas,
a nadie deja andar por su camino,
más tanto se lo estorba que lo mata;

y su índole es tan pérfida y malvada,
que nunca colma su apetito ansioso,
y después de comer tiene más hambre.

Ella se ayunta a muchos animales,
y muchos más serán, hasta que venga
el Lebrel, que la mate entre torturas.

Este no comerá polvo ni peltre,
sino sapiencia y virtud y amor,
y su patria estará entre Feltro y Feltro.

Será salud para esta humilde Italia,
por quien murió la virginal Camila,
Euríalo, Turno y Niso, malheridos.

Este la arrojará de las ciudades
hasta que la reponga en el infierno,
de donde fue sacada por la Envidia.

Así pues, yo por ti pienso y discurro
que me sigas, y yo seré tu guía,
y llevarte he de aquí a lugar eterno,

en donde oirás desesperados gritos,
verás antiguas almas dolorosas,
que la segunda muerte todas lloran;

y verás luego a los que están contentos
en el fuego, porque llegar esperan
cuando se pueda unirse a los beatos;

a los cuales, después, si ascender quieres,
habrá de guiarte un alma harto más digna:
con ella he de dejarte a mi partida;

porque el Emperador que arriba reina,
como a su ley hube de ser rebelde,
no quiere que hasta Él por mí se llegue.

Impera en todas partes, y allí ordena;
allí está su ciudad y su alto solio:
¡oh, cuán dichoso aquél a quien elige!”

Y yo a él: “Poeta, pues te ruego
por ese Dios, a quien no conociste,
que a fin de huir tal mal, y otro más grave,

me conduzcas allí donde me has dicho,
y que vea la puerta de san Pedro
y a los que tú me anuncias tan dolientes.”

Movióse entonces, y seguí sus pasos.

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