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Amereida > Taller de América > Trimestre 1
Taller de Amereida

   

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  Clase 08
Alberto Cruz
20.05.2003

Esta vez, a diferencia de las anteriores, voy a leer. Leo: Viene a la Ciudad Abierta un arquitecto alemán joven, ganador reciente de dos concursos. Uno, una remodelación urbana; el otro un edificio arquitectónico, que los presenta en vídeo con explicaciones, antes, durante y después que un ex alumno, que es el que lo trae, lo dice en castellano. Ellos están aquí, son nuestros huéspedes.

La maquette de la obra arquitectónica, que es un centro de eventos culturales es un pequeño bloque de material plástico que cabe dentro de la palma de la mano y que da cuenta de las dimensiones estéticas que conforman el sentido arquitectónico: masa, peso, transparencia; de manera de producir y manejar equívocos en la percepción a fin de configurar una obra complejamente superior, para la cual la construcción haya de alcanzar ajustes de la alta técnica, que hacen que todo detalle se de en una continuidad de estricta observancia, debemos decir.

Acaso todo ello se trate de una comprensión nueva de una suerte de metafísica cósmica pero no mítica que canta la generación de la obra; la libre generación.

Ese arquitecto alemán viene hoy al Taller; como escribo, lo leo; ese arquitecto alemán viene ahora al Taller de América, a la segunda clase que me toca a mí. La primera trató de la fraternidad; cuando las experiencias son llevadas en común. Ahora se tratará de la solidaridad; cuando las experiencias son comunicadas, ya que sólo momentáneamente podemos estar juntos, mirada a mirada.

Al respecto, bien sabemos que nos encontramos cursando una época que se empeña en que la comunicación alcance la equivalente tal, que mantenga esa mirada a mirada. Aún más, que revele un nuevo y más profundo sentido contenido de esa oralidad de la mirada a mirada. Dado que se mira visionariamente, que nuestro cuerpo se extiende, se está extendiendo. Así como el teléfono, que en el comienzo se hablaba a gritos, para pensar las distancias, hoy es campo auditivo donde se registra sutiles matices de sinceridad, por ejemplo; todas las mujeres saben de eso. Pero sobre la marcha hay que reparar que la sinceridad es experiencia básica común, digamos; y las creativas lo son en la singularidad de sus sentido contenido en cada cual. Por tanto se trata de alcanzar la solidaridad a través de las singularidades creativas de una consumación del comunicarse. Eso es en lo que estamos. Para ello procedimos con esto que hemos llamado los morfismos.

Dijimos: estamos cursando una época. (1) cursamos una época. (2) la época se cursa con recursos, la época se sobre-cursa, nuestra época se sobre cursa con sobre-recursos. El sobre-curso y el sobre-recurso en un momento dado (3) construyen una cáustica, un momento cáustico, de esto hemos hablado con anterioridad en este Taller. En los cáustico se vuelve hacia (4) que es una suerte de contra-recurso. Entonces, se produce que se divide en dos el curso (5), en el que prosigue indefinidamente y el que se va todo el tiempo encontrando con los contra-recursos. Se trata de una potenciación entonces, en que los sobre-cursos al contar con los sobre-recursos pueden seguir indefinidamente y al par avanzar en contra-recursos.
Este en el caso, en la interpretación del día que vino a la Ciudad Abierta es la interpretación de la transparencia que, él, con la cual construye la obra. La transparencia se vuelve al par transparencia que llega hasta el fondo del ver y refleja, reflejo en el contra-recurso. El reflejo refleja no a sí mismo, sino que refleja lo que está en la proximidad. O sea, él va con la transparencia y al mismo tiempo con el reflejo que refleja no la obra, sino que las obras cercanas que son en su proximidad. Han sido tendencias hacia el infinito. Un infinito de doble tendencia, la tendencia a la transparencia en que se vuelve sobre sí misma y avanza indefinidamente y el reflejo que va recogiendo las variaciones de los acompañantes en su transformarse.

Esto ha producido que en la actualidad se llame a esta situación cáustica, que se tiene doble lectura o doble lectura. De este sentido de creatividad, culturalmente ha aparecido lo que se llama: las lecturas. ¿Qué hay detrás, en el fondo de todo esto? En nuestro lenguaje, es el acto del tamaño. Es el acto del tamaño. Cuando nosotros decimos que es el acto del tamaño, estamos tratando de acoger lo que él hace. Nosotros podemos acoger por la Cruz del Sur, porque la Cruz del Sur termina en la Aventura. Entonces nosotros lo acogemos en la aventura del tamaño.

Ahora bien, el Taller de América no es un curso lectivo, sino que es un curso -como todo taller- de consumación; lo que se oye, de inmediato encuentra sitio dentro de nosotros para decir algo. Se trata del decir, entonces, de todos ustedes. Todos, cada cual, va a hacer una observación durante la semana. Aquí abro unas observaciones que indican lo que ustedes van a observar a propósito de la aventura del tamaño. Tenemos que estos árboles (6) deformados por el viento, entregan una línea de tamaño, esos techos (7) en una hondonada arbolada entregan una línea de tamaño; ambas en horizontal. Ese mirar hacia, en la Ciudad Abierta, hacia el mar entre árboles (8), entrega una línea que viene desde el horizonte y la isla hacia nosotros. Esta linealidad que es curso, la línea es curso, esta línea-curso del tamaño es la observación que en sus ratos de estar ocupados o desocupados a cada cual le puede sobrevenir.

Hay materiales, como el vidrio, que reflejan los cables de la luz eléctrica (9) que cuando se reflejan en el vidrio se potencian, se vuelven más fuerte en su dimensión de espesor, señalando a través del espesor del tamaño. Luego, hay materiales que están concebidos para tratar el tamaño. Todas estas observaciones, toda esta ronda que nosotros en este momento iniciamos con nuestro huésped que nos viene a decir; nos viene a decir de la pertenencia, de la pertenencia. Es una ronda en la pertenencia de él y es una ronda de la pertenencia nuestra. Luego, las pertenencia pueden entrar en ronda. Lo que no puede entrar en ronda es lo contrario a la pertenencia, que sería la impertenencia –no la impertinencia- la impertenencia. Este acto, entonces, es lo que la Escuela entera como cuerpo de profesores y alumnos se comporta como tal.

Falta un… algo. ¿Cómo se ubica esto en la palabra poética? De dos maneras: una que nos habla de lo que venimos siendo, y que es -lo saben ustedes- la Cruz del Sur (10), la Aventura; y otra que es, lo propio de la poesía (11), el momento presente que aún no ha sido vivido y estamos en este año en lo que dijeron los poetas en su primera clase: Dante o Nada. ¿En dónde estamos, nosotros, poéticamente en este instante mismo?: en el “o”; Dante “o” Nada, estamos en el “o”. El (12) a lo largo es el “o” del darnos curso desde la poesía.



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