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Acto
Exámenes
Primer Trimestre |
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e.[ad]
Escuela de Arquitectura y Diseño
Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso.
Av. Matta 12, Recreo,
Viña del Mar, Chile
fono: (56-32) 274401
fax: (56-32) 274421
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inauguramos hablamos de ello o emanamos
un bello sino como poema
o inaugurales
o reminiscencias
o actualidades del día de hoy
o nada
aaaaaaa había gritado godo 7 aes
en amereida cuando exclamaba por sus amigos
o fraternidades
o ha lugar
con tal certeza
puedo decir que nuestro poema
o se da en ese ha
o no se da
si ese o
fuese excluyente
(…)
rimbaud pintó vocales
nosotros las pronunciamos
o diga usted…
[
Manuel Sanfuentes V ]
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[ Alberto Cruz C ]
Por qué estoy hablando en esta ocasión,
el cierro del trimestre: por lo siguiente: la voz poética
dijo: vida, trabajo y estudio; los aires que soplan en la actualidad
del mundo agrega: Sí, de la vida, trabajo y estudio de las
sucesivas generaciones. En nuestro caso, las generaciones de cincuenta
años. Entonces, nos decimos la vida es en generación,
el trabajo así mismo, pero el estudio, que en nosotros es
arte, es en una generación única.
Tal irreductible en nosotros. Que la generación
única, ilumina plenamente al quehacer artístico, que
ilumina no todo el trabajo y que ilumina una parte de la vida. Esto
nos trae en permanencia el cuidado del modo en que somos iluminados:
cuidado de un permanente deshacer equívocos. Todo lo cual
nos es propio: pues nos esforzamos cada día en abrir. El
abrir de la Ciudad Abierta. Por eso, estoy hablando en esta ocasión,
para advertir y advertirnos – en el sentido de Amereida, de
la generación única en el arte. Con la zozobra que
ella nos trae y en la cual zozobra se da el sólo rasgo que
compartimos de cierta manera con la poesía.
Pero por qué podemos ser una generación
única. Porque nuestra mirada no le teme a lo que ven los
ojos. Tanto en la impresión sensible que recibimos, como
en la expresión sensible de lo que construimos. Para dicha
faena creativa los casi setenta años de transitar –
como los míos – no es nada.
Pero qué le va a esos aires actuales del
mundo, que seamos o no una generación única en lo
artístico. Le va, en que alcanzamos a ser pueblo de palomas,
en el que la palabra poética rima la acción, conforme
al decir de Godo que trae a Rimbaud, con su visión histórica
de la rima de la acción en Grecia. De nuevo, y esto que le
va a los aires actuales; esto es más largo de responder:
primero, somos creativamente históricos, no en cuanto se
“principia latino” de Godo, sino en cuanto somos en
“el saludo a lo vasto” para llegar a estar en “la
residencia de los pájaros” de Amereida: Así
estamos recorriendo un camino de lo pre-saludo, en saludo, que avista
la residencia de los pájaros. Ahora bien, este lenguaje en
que estoy hablando lo es del origen y el que corrientemente hoy
se habla en las comunicaciones de la arquitectura y el diseño,
que es de la generación. Se ha producido un cambio para nosotros
que en cuanto creativos veníamos de un pre-saludo, oral,
en silencio, aislado, a un saludo, escrito, participante en la vida
de la ciudad y del mundo. Con un lenguaje de origen, el que se habla
primeramente a sí mismo. Y luego eso que se dice lo expone
en voz alta. Por tanto el saludo que participa en el saludo –
Godo – ha de hablar en el lenguaje comunicacional de la generación
de la obra, de los obradores. Este paso, es el que llamamos en la
celebración de los cincuenta años: un segundo instante.
Instante en que tenemos que el lenguaje del saludo se dice a sí
mismo del origen, cual sentido de filiación. Se es hijo.
Un hijo saludando a otro hijo. Es el saludo de la Santidad de la
Obra. En el lenguaje de la generación se comunican los logros
de los procedimientos, intercambiando modelos. Entonces el segundo
instante es aquel del saludo a un comunicante. Del saludo del lenguaje
del origen histórico practicado como Santidad de la Obra,
que es lenguaje que tiene a San Francisco de Asís por patrono
de la Escuela.
Tomemos – como se dice – el peso a
la situación: La Santidad de la Obra implica, no puede dejar
de implicar a la obra, el obrar y el obrador. Tener aquí
presente: “Vida, trabajo y estudio.
La Santidad de la Obra es primeramente no alterarse.
Tener presente: la zozobra que se comparte con el poeta. Bien, el
rostro del que saluda ha de permanecer siempre igual, a fin de darle
hospitalidad a los huéspedes. La Santidad de la Obra es en
hospitalidad. Ahora y cada vez más a los huéspedes
en el generar. De donde la Santidad de Obra no es pedido a nosotros
el tenerla, no es exigida ahora y cada vez más.
Sin embargo, la experiencia de ser exigidos no
es algo nuevo. Contamos con las exposiciones cada diez años
de nuestra labor con debate abierto a todo público. En el
debate de la tercera exposición en el Museo de Bellas Artes
en Santiago, que siempre nos ha acogido, se nos dijo: “esta
bien que hagan lo que hacen pues es bueno para el ámbito
que alguien se salga del cauce”.
Por tanto es hospitalidad ha de mostrar que estamos
dentro del cauce. Y para ello hemos de internarnos en el lenguaje
de la generación.
Para internarse hemos de sabernos con el lenguaje
del origen, de la filiación, intacto. Contamos también
con una experiencia al respecto: la última exposición
de los 50 años, en que los ex alumnos que participaron lo
hicieron con un lenguaje intacto. Tener presente aquí: la
generación única.
Internarse en el lenguaje de la generación
es acceder – como decían los primeros españoles
en América – por las puertas de la paz, que ni por
las puertas de guerra – a la generación de un pueblo
múltiple, que se construyen con los aportes que entregan
todos para que sean recogidos en múltiples lecturas. Vale
decir lo múltiple se vuelve multiplicador. Y para eso se
ha de comunicar todo proceso en que lo múltiple es ya multiplicador.
Y para comunicar se ha de saber de lo que ha sido comunicado. De
lo último. Para no redundar. Quienes así proceden
constituyen créditos. La acreditación. Quienes portan
créditos son doctores. Acreditación y doctorados vigilantes
de lo multiplicador que deja en redundancia a lo que no lo era.
Re-acreditarse, re actualizar el doctorado. Un acaecer del tiempo
en transparencia. Y tal transparencia es sus “puertas de la
paz”.
Detengámonos en la transparencia de lo múltiple
que se hace multiplicador. En que detenerse es salir a observar
y volver para ordenarlos en morfismos – esos dibujos con los
cuales estudiamos la música de las matemáticas. Y
con esa mirada que no le teme a los ojos de la observación
– morfismos – lo dicho al comienzo venir a caer en la
cuenta que esa transparencia hasta ahora, aquí, es simple.
En la simplicidad de una continuidad que avanza según una
longitudinal ortogonal. Casi sin transversales. No se da la curva
cáustica que recoge la luz en una concentración. Si
hablamos internándonos en el lenguaje de la generación,
aún él de la organización de la generación,
hemos de advertirnos que los instrumentos que construyen la transparencia
no alcanzan el grado o nivel de los instrumentos de lo múltiple
– multiplicador. Luego nuestra hospitalidad nos lleva a la
transparencia cáustica – dicho esto en nuestro lenguaje
del origen, histórico.
Y lo cáustico adviene de la transversal,
de ella, en la longitudinal que avanza en continuidad. La transversal,
desde nuestro primer día ha sido la irrupción de la
palabra poética. Que en el decir de Godo es darle curso al
“ha lugar”. La transversal nos da, así curso,
en la experiencia de la palabra poética que no se va, que
no es en fuga. Entonces somos, en el lenguaje de la generación,
unos internos que han interiorizado lo externo – la palabra
poético. Por tanto el diálogo de la hospitalidad es
de un interno con un externo, con el obrador que obra cual externo
para mantener una libertad de vida que lo mantenga en la sagacidad
de lo último, ese que hace redundar. Lo aún vigente.
Es un cálculo de poder. Ante dicho poder, el aventurarse
nuestro, la aventura de la Cruz del Sur, es de apelar – la
poesía es súplica en Godo – la apelación
a la cáustica, entonces. Comprendiendo que apelar no puede
constituir una dicotomía en uno, de lenguajes. Al contrario,
apelar es en su más honda instancia colocarse y colocar en
la perspectiva de un futuro escatológico, sea cual fuere
la concepción del tiempo del fin del mundo que se sostenga.
Hemos entonces venido tocando la primera respuesta
a ese preguntarnos: en que le va a los aires actuales de mundo el
hecho que nos esforcemos en ser un pueblo de palomas. Le va, como
vemos, que el mundo actual es tenido en sus grandezas: una, la de
ser apelable.
Vayamos ahora a la segunda.
Al plan de estudios de las carreras de arquitectura
y diseños gráfico y de objetos.
Son planes para alcanzar una continuidad en progresión:
en que toda lección y tarea tiene antecesor y sucesor, siendo
el antecesor en primer año. La prueba de admisión
y siendo el último sucesor en titulación, la completa
carpeta de las observaciones y cuanto ellas han originado y generado.
Sin embargo, no puede considerarse que toda lección y tarea
venga simplemente a inscribirse y llenar el conjunto vacío
de un plan de estudios. No porque el alumnado es recibido en la
mitad de cada semana en la Ciudad Abierta, porque el profesorado
cuida – en permanencia a la Ciudad Abierta. Y también
porque fue la Escuela la que introdujo en la Universidad, el estudio
de “las materias polarmente opuestas”. Que hoy son los
ramos generales.
Por eso cada Taller tiene su clave. Clave en las
cifras para los propios profesores, para el alumno, para la Escuela,
como en estos momentos, para la acreditación, para el doctorado...
Anticiparse en tales claves. Esa es la “empresa” como
lo es la “empresa de la Travesía” en el decir
poético. Empresa que sí no llevamos a cabo, bien luego
podremos recibir claves y cifras externas definidas por externos.
No alterarse. Pues estamos ya realizando una ronda de nuestras internas
claves. Ronda en anticipación. Fiesta de los oficios, porque
fiesta es un acto que anticipa. Ella, puede ser, así, una
suerte de metaclave. La cual bien puede prolongar esta fiesta de
los oficios. Mediante lo siguiente: en la entrega de las explicaciones
de las notas, en el interior de cada Taller y que viene a ser la
última lección, que se dio curso sobre la clave del
Taller: pues tal discurrir se constituirá en una experiencia
de continuidad en el alumnado, dado que accederá al Taller
superior con la presencia de lo ya cursado. Un instrumento en cuanto
a la progresión, en el lenguaje de la generación.
Un momento cáustico – en el nuestro. Momento en cada
Taller dilucidará si pronunciar palabras que en el correr
del estudio y obrar tan raramente las decimos, porque ellas son
nuestra manera de ser en disyunción; palabras: belleza, bien,
verdad... misterio... engendrar... La claves del Taller ante la
poesía, a través de la experiencia de un discurrir
que irá progresando al discernir a medida que el alumno avanza.
De suerte que el titulante mantiene presente la formación
recibida y alcanzada, cual un progresivo discernimiento de las claves
en disyunción, pues su mirada no teme a sus ojos –
recordarlo. Rostro sin alterarse, también recordarlo. Es,
por tanto, el acto de enseñar. Es la enseñanza cual
acto.
El acto de enseñar y la enseñanza
cual acto pueden ser lo mismo o congruentes o tangentes en puntos
cáusticos. Tenemos que para un clásico – en
el sentido corriente – serían los mismos y para un
actual serían tangentes y para no pocos, tangentes por azar.
Hemos de dilucidarlo delante el pizarrón mediante los morfismos,
esos frutos de la música de las matemáticas. Fruto
no improvisados ni prematuros, pues viene de los años en
el Instituto de Matemática esa huésped en esta casa
nuestra, situación que pudo ser revivida el año pasado
cuando el filósofo François Fedier, el lingüista
Christos Clair y el matemático Arturo Mena discernían
como el matemático habla de su obrar. Ello en una instancia
oral, como en nuestros principios.
Y sobre la marcha nos proponemos que en la clase
inicial de matemáticas del segundo trimestre. Arturo Mena
exponga ese discernimiento, ante la Escuela en pleno, como ahora
y que también sobre la marcha, el diseño gráfico
que expuso en un vídeo la farándula de la semana universitaria
desde su fin a su comienzo, edita con lo expuesto el primer “cuaderno
oral de la Escuela”. Cuaderno que ha de ser esas puertas de
accesión, esas puertas de la paz – antes señaladas,
tanto para los lectores de los cuadernos como de estos en su ofrecerse,
en su distribuirse: ello es lo propio de lo oral; el cuidar las
ocasiones, y a través de dilucidar dicho cuidar, hemos de
volvernos a dilucidar la dimensión oral de la clase de un
taller, aquella que es nuestra experiencia de la disyunción,
vivida, habitada esta, palmo a palmo. Todo lo cual nos hace caer
en la cuenta de lo siguiente: me tocó hacer la parte de estudio
del acto de inauguración del año académico
de la Escuela, y dicha parte de estudio sino a enmarcar las clases
que me tocó hacer en el Taller de América. El es el
depósito, el archivo nuestro. Más precisamente, es
el meta – trabajo del trabajo organizativo en conclusividad
eficaz que un archivo de suyo exige. Entonces, caemos en la cuenta
que he venido hablando desde el Taller de América.
Y así puede devolverme al comienzo, a aquello
que en el estudio, en el arte somos una generación y que
los ex alumnos en su participación en la Exposición
de los 50 años guardaban el lenguaje intacto, él del
origen. Por eso podemos tomar de ellos, el “por sí
solo”, el “por sí sólo hablar”.
Pues en cuanto muestran sean afirmaciones, juicios, maneras de obrar.
Obrar. Fragmentos. Croquis, planos, fotografías, sean evocaciones,
rememoranzas... lo muestran en fianza de que hablan por sí
solos. Y retornando rápidamente a lo último, hemos
visto que el vídeo de la Farándula invierte el tiempo
de su decurso. Estamos viviendo en la propia carne – como
se dice – una encrucijada. Una incisiva encrucijada que toca
a todo.
Agreguemos, permaneciendo en el Taller de América,
sobre esta encrucijada en carne propia: en la última clase
que me correspondió lo fui acerca de un huésped de
la Ciudad Abierta, un joven arquitecto alemán, ganador reciente
del premio Van Der Rohe, y sobre una obra suya, ganada en un concurso,
cuya plática espacial se ordena para provocar un equívoco
en su aprehensión, ello como un goce estético del
habitar, en la ciudad – la obra es una municipalidad. Nuestra
hospitalidad al equívoco, que es hospitalidad a la encrucijada
hizo que le enviáramos una acta de la clase, más desarrollada,
que tradujo al alemán el ex alumno nuestro, que es amigo
suyo y lo trajo a la Ciudad Abierta. Ciertamente el equívoco
para nosotros, es algo ajeno al que hemos de abrirlo a una realidad
más honda donde ya no se cante el poder, el dominio.
Se conforman así líneas de acción:
ésta de los huéspedes. Con la co-investigación,
en curso, con el arquitecto canadiense Mark West, sobre el hormigón
sin moldaje. Los biólogos que investigaran en la parte norte
de la Ciudad Abierta – que les servirá de casa. Otra
línea. Que en su fondo es ética. Aquella de la acreditación
y el doctorado: es la ética de la profesión y de la
enseñanza de ella. Ética de la generación que
encaramos desde la moral de la abertura.
Una tercera línea: la relación arquitectura
– Diseño. En la exposición de los cincuenta
años, en las láminas del acceso se declaraba que la
meditación del oficio a la que se concurría era al
par un diálogo entre la arquitectura y los diseños
gráfico y de objetos.
Una cuarta línea: que es reciente, no sólo
para nosotros, sino para los más – nos parece, es la
línea de las comunicaciones. Estas como un lenguaje formalizado,
en sistemas de conjuntos que se llenan, con precisión de
procedimientos contenedores y libertad de contenidos, verificables
por la determinación de imágenes, las que ha su vez
se verifican por la captación de usuarios en el ejercicio
de la competitiva. Y que como en quehacer de muchos, surgen los
especialistas en redactar, vincular, que están y ponen al
día. Hay un rasgo utópico en todo ello. Por eso los
que se preparan a ser profesores de arquitectura desde hace dos
años estudian una base de griego. Y otra de acuarela: es
el acometer la lengua y consumar el dibujo: ambos prestos a la hospitalidad
de lo venidero, así, al cinematismo....
Tal acometer y consumar es sencillo – digamos,
es unificado. Así escudriña al creciente régimen
actual de acometer y consumar a través de la parte y la contraparte;
por ejemplo, la parte es el arquitecto que concibe la obra, la contraparte,
es el que se encarga de los intereses del mandante. Y si tomo lo
que leo como la parte y los que me escuchan o leerán por
Internet como la contraparte, entonces he de redactar dos veces,
sabiendo que en la segunda algo se pierde, pero no tanto como en
el dibujo donde se atenúan las acentuaciones del pulso de
la línea. Por tanto, esa encrucijada por la que hemos de
ir no nos abandona.
Coraje, entonces.
Que es observación. El mar: la excepción
de la tierra. Y, entonces, volviendo a los talleres, a esa última
lección suya en el coraje de sus observaciones que disciernen
la clave de su enseñanza en progresión – como
pudimos indicar: Ese coraje que ya hace tantos años nos decía,
acaso con cuanta mala interpretación: no somos molineros
del molino de la luz atenuada: Heidegger: lo que tenemos de mejor
queda intacto en el fondo de nosotros... Hölderlin, respectivamente
no. Aún viendo irnos prematuros espartanos según él.
Pero dejemos esta ronda, vasta – Amereida – para entrar
en el primer año, él de Arquitectura.
Es un Taller que construye el lenguaje de un quehacer
de obligado construir, un oficio. Un oficio que reconoce construyendo
mundo en la encrucijada actual – ya señalada. Tal reconocerse
se constituye en meta lenguaje – éste, también
y ha señalado. El meta lenguaje se da en dos planos: uno
el del obrar, otro el de cada obra con su singularidad. El metalenguaje
del obrar da un goce espiritual que quisiéramos llamar fricción
y el metalenguaje de la obra da el goce artístico que hemos
venido desde hace años llamando “voluptas”, de
voluptuosidad. Ahora bien podemos decirnos: el metalenguaje del
obrar comparece primeramente como meta y enseguida como fricción
en cambio en la obra comparece primero la voluptas y enseguida el
meta. El pulso del talle va en el cuidado de entrar a la obra por
el obrar. Vale decir, en entrar a la simultaneidad del meta y la
voluptas. Es un pulso que bien oye el poema de Godo: “Borde
de los oficios”, de la víspera de la Travesía
a La Serena, por toda la Escuela. Y que dice así:
cuanto arde el miedo
mueve la mente
al guante de un oficio
o pie que calza la tierra
como una estrella
su luz
en la distancia
El pulso del Taller oyendo: cuanto arde, cuanto,
cuantifica, arde: “el ardor ardiente, luz y calor: y luce
– de lucimiento”. El taller obrando la obra en pormenores,
trabajos del espacio, exposiciones con láminas de respaldo,
carpetas que recogen de observaciones a dato. Curso semanal de lección
y tarea.
El Taller de Diseño,
primer año. Por vez inicial. El ángel de todo
inicio le hace oír al poema. El pulso del Taller dice: caímos
en la cuenta: El poema: cuanto arde; habla godo; “es en el
movimiento que produce caer en la cuenta, que es estar arrojado
a la libertad; ardes es un fervor que surge, que “insurge
Antígona”. El Taller sigue el camino de Cezanne, ni
el de Juan Gris. Ello, bajo la cruz del Sur. Un pelícano.
Alambre y papel se hace presente en el cielo – mar: un plano
de madera y papel, vertical u horizontal. La abstracción
cayendo en la cuenta de la ejecución y esta de aquella.
Ambos talleres –
agrego salen a encontrar: y en la última hora de la semana
algo les sale al encuentro. La cultura religiosa o la religión
como cultura, un salir a encontrarnos en el pulso de la antropología
que lleva a la Teología. Tal salir y salirnos se da en la
Escuela en una obra sola ocasión. Esta, en que el saber sale
a comprender – como dice el Taller de arquitectura, quien
corre con el cuidado de esta ocasión. Con ese pulso semanal
suyo.
Se ingresa entonces al segundo trimestre contando
con una experiencia singular y en común del alumnado: repárese
en el hecho que reglar tamaños es despertar las singularidades
desde lo en común, la voluptas, siempre íntimamente
propia. Ello es lenguaje universitario: de suyo, siempre metalenguaje,
capaz por tanto de discernir en la encrucijada actual ya señalada,
lo que ha de entenderse por discurso. Se ingresa así a la
nueva etapa habiendo cruzado una primera, proto, experiencia del
conocer el aprender.
Vayamos ahora al Diseño de Objetos y enseguida
al gráfico.
Taller Arturo Chicano.
Ha caído en la cuenta que el Diseño de Objetos es
arte. Porque ellos, los objetos que acompañan al hombre para
prolongarlo. Fortalecerlo re hacerlo– recordar la mano ortopédica
de Ricardo Lang; liberarlo, por medio de las energías –
recordar también el cubo lanzado a rodar como bola del comienzo
del Diseño – ahora en un autónomo un autómato
en lo impropio de una gradinata subiendo con expresión más
honda que la del insecto de la motocicleta menos que la del hombre.
Traer todo ello al “Borde de los oficios”: “al
guante de un oficio. Dice Godo: “literalmente el de un cirujano,
la precisión de la realidad no es inmediata. Por eso el guante
le conviene a la mano”
El camino del arte a través del metalenguaje
de un instrumento.
Taller Ricardo Lang.
De la presentación de ese instrumento autónomo a la
representación, pues el diseño es arte. Representación
en un film vídeo del impulso creativo de un taller nocturno
en Valparaíso – luminarias, a las dunas de la Ciudad
Abierta – frontalidad luminosas, a su estero – cubos
luminosos – dos personas embarcadas. Se ha llegado a la noche
desde el día cotidiano representado; los 75 años de
la Universidad, la farándula del alumnado, la recepción
a los que ingresan. Y el “Borde de los Oficios” “o
pie que calza la tierra”. El ritmo del pié en el ritmo
de la tierra de Godo: “El mito de Démeter”, ajusta.
El camino del ritmo de la representación.
El meta lenguaje se dispone a abarcar.
Taller Boris Ivelic.
De la presentación a la representación y de esta a
la plegabilidad, adosabilidad. Desarmabilidad, tridimensionalidad,
polifuncionalidad requeridas en presencia o requeridas en ausencia
y construida con materia que no es delegable por cuanto la alquimia
de las transformaciones ha de cerrar cada vez en la invención
del cierre, sea en objetos cotidianos, el barco del Maritorio, las
obras a emprender en Puerto Bonito. El poema: “Borde de los
Oficios”. Nuevamente “o pié que calza la tierra”.
El pié griego en el momento de libar – godo. Ciertamente
allí se cerraba – nos advertimos. Camino que ha recaminarse
varias para cerrar. Peripecia del traspaso del meta lenguaje al
lenguaje de un oficio en el arte.
Ahora el Diseño Gráfico
Taller Alejandro Garretón
El durísimo dibujo demorado a punta seca, el raspado del
papel couché para las tintas grises, las habilidades todas
para que dispongan al orden de un discurso lineal que suspende la
simultaneidad, para así verificar la propia coherencia: la
que revee. Recopila lo revisto en un cuerpo gráfico que se
constituye como tal. Es, por tanto en la licencia para suspender
la simultaneidad. Ello, en un metalenguaje. “Borde de los
Oficios”: “Como una estrella”. Godo: “es
el ardiente intelecto que se padece. Padecer que se manifiesta como
e-moción. Moverse”. Momento cáustico de aquella
licencia, nos decimos. Cáustica del arte: licencia para ...
licenciar a alguien... coraje.
Taller Silvia Arriagada
Del discurso gráfico al relato gráfico. Aquel de una
observación. Entonces el dibujo no copia pues se trata de
un suceso luminoso sobre el soporte negro: sombra – luz –
oscuridad penumbra, en el rojo verde la cercanía y el azul
– naranjo de la lejanía y el blanco del brillo aparentemente
fugaz, cual sintaxis del paso de la imagen dibujado a la imagen
dicha. Mediante las decisiones de los encuadres en el comienzo,
transcurso y término de un cuerpo gráfico que bien
pude volverse un guión fílmico “Borde de los
Oficios”: su luz en la distancia”. Distancia y alcance
“alcance a lo que tu me dijiste. No me alcanza la injuria.
No me alcanzará el que me persigas. De Godo. Sí, la
cáustica del alcance. Que es cáustica del arte: aquella
del suceso alcanzado, alcanzado. Metalenguaje del oficio en la blanca
peripecia aparentemente fugaz. Los corajes, aquellos del escriba,
que viene de hace años. Exponiendo una vez a Godo en Santiago.
Taller de Michelle Wilkomirsky
Del discurso al relato y e este a las lecturas, que en el oficiar
en simultaneidad de tareas emprendidas en el espesor de lecturas
de la ciudad es meditación constante recibida en bitácora
– cuaderno y en bitácora = sala, esta con pizarrones
que reciben lo en corta duración y en láminas que
recibe lo que aparece y desaparece pero que se registra, pues el
gráfico quiere salir de la bidimensionalidad, por eso esta
sala intima que se pública. El “Borde de los Oficios”:
permaneciendo en “su luz / en la distancia”, dice Godo,
La distancia es el calce de la estrella a su luz. Calce que titila,
con la luz va la parte oscura que ilumina”. Metalenguaje de
la confiada peripecia. Dicha cáustica.
Y están las reuniones de los profesores,
en las que definen los requerimientos con los que se accede a un
taller y la progresión con que se los cumple. Los límites
constantes de lo enseñable, de lo aprendible en el arte.
Es ese salir del primer año, en que algo nos salía
al encuentro. Ahora, uno mismo ese algo. Recordar; una meta –
clave.
Ahora, vayamos a los talleres de arquitectura.
Siempre oyendo a la palabra poética al “Borde
de los Oficios” a la voz de Godo que va diciendo acerca de
“cuanto arde el miedo”, “que el miedo implica
los instintos; el ardor implica la mente en coraje, coraje que viene
de cor: corazón. Que es impulso o pasión, que se padece.
Padecimiento. Con el miedo de arrojarse. Parece que toda pasión
implica un modo de andar al unísono el temor y el impulso.
Entonces hablo en temor e impulso; en verdad he venido en tal unísono.
Prosigo con temor.
Nosotros conocemos con conocimiento, ese del primer año,
lo que es y “cuanto” es el origen de la obra y del obra.
Y por ello “ingresamos”, ese del segundo año,
en la ronda. Y el origen nos lleva a que hoy nos suceda u ocurra
que la ronda re-conozca con re-conocimiento a la generación
de la obra y del obrar arquitectónico.
La generación de la obra es la flor y el
fruto. Cabe señalar, del siglo que acaba de pasar. De la
organización calculada y calculante de la gestión
interna, internalizadora, y externa, externalidades, que gobierna
lo azaroso para medirse en la competitividad positiva.
Ahora bien, para mantener el lugar del origen intacto
hemos de comprender que la generación cual flor y fruto de
la época pide, para que ingresemos en ella, del lenguaje
de la época, donde la palabra poética no rima a la
acción. Y ese lenguaje de la época, ha sido abierto
ya por la poesía del “ha lugar” y es la música
de las matemáticas.
Tenemos en matemáticas: la expresión
el símbolo; la extensión: el objeto simbolizado; la
intensión; lo que evoca en el interlocutor. Las matemáticas,
suspenden la intención y estudian para que el objeto sea
más preciso y amplio. La música de las matemáticas
parte de la intensión y del símbolo. Ciertamente no
puede serlo de otra manera.
Por ello en este momento no prosigo en el modo
y tono con que pude referirme a los diseños. Dejo para otra
ocasión el hablar en dicho modo y tono de los talleres, para
que nos contractemos en la aventura – la cruz del sur –
del lenguaje de la música de las matemáticas aplicándose
a la generación de la obra y el obrar con su origen intacto.
Por tanto voy a aproximarse a la intensión,
a la intensión musicalmatemática en los Talleres.
Con una aproximación de saludo, hablando en el lenguaje abriente
del origen. Así; en el taller de la
casa, un saludo a la región, digamos, del infinito
de la asíntota; esos ejes rotundos. El
taller de la Sede, con la rosa de los vientos en frontalidad
a la mirada, sea la topología acaso. El
taller de los conjuntos, sin error, podrían ser los
números naturales: la simplicidad del no error, pero al par
con un cero, de la complejidad de un conjunto. El
taller del palacio; una posibilidad de saludo a su ser irrepetible,
tal vez los números primos. El taller
de la complejidad; la de un hotel de lujo, con el giro de
la materia bruta. La región de lo combinatorio – podría
ser. Y en cuanto al primer año que distingue el saber del
conocer, algún campo donde se pueda conocerse la intensión,
la in-tensión, que es con la letra ese.
Vale decir, los talleres se hayan ya dispuestos
para la construcción de un ritmo, de un pulso que organice
interiormente la generación de un obrar. De una obra con
origen, en esta época en que la generación se construye
con la parte y la contraparte.
Tal fiesta, en el sentido del Taller de las obras
complejas-hotel.
En que fiesta, como pudimos decir anteriormente
es anticipación. Es anticipación de lo definitivo.
Ella es, así escatológica, sea cual fuere el saber
y conocer de esta. La fiesta escatológica que abre a la generación
que lleva a cabo un pueblo de palomas, nosotros. Hablada en el metalenguaje
universitario.
Tal abertura. Que cuenta con el ya largo impulso
de Arturo Mena, hoy decano de Matemáticas. Y que sostiene
una posición que incorpora la intensión a la extensión
matemática, algo que ha comenzado a ser tratado en algún
o algunos centros matemáticos.
Y ahora se me redoblan los temores, pues no es más propio
haberse contractado a recoger lo hecho y no a exponer una aventura
que se emprende, en verdad ya emprendida como en la elaboración
de este examen. Manifiesta. Sí; si solo quisiéramos
ser profesores y no preceptores, quienes son los que generan literalmente
la generación de una fiesta.
La de hoy. Se le anticipa, que por la completitud
se accede a la consistencia.
Colofón mientras en el verano... el temor
al colofón.
Un vistazo a la sobre materia en la alegoría
del tiempo. Y el tiempo como recuperación.
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