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Presentación
del Libro
Construcción Formal
de Fabio Cruz P. |
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e.[ad]
Escuela de Arquitectura y Diseño
Pontificia Universidad
Católica de Valparaíso.
Av. Matta 12, Recreo,
Viña del Mar, Chile
fono: (56-32) 274401
fax: (56-32) 274421
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Antes que nada quisiera agradecer a las ediciones universitarias de Valparaíso,
a los responsables de este concurso, a sus jurados, a la universidad
y a todos quienes hicieron posibles que este texto del arquitecto
y profesor Fabio Cruz esté hoy impreso y disponible.
Este libro indaga acerca de cómo un propósito formal
que reside en la mente consigue encarnarse en un cuerpo material
concreto. Se trata de la reunión entre la abstracción
del pensamiento y la materia concreta.
Fabio me contaba, hace algunos dias, el punto de partida desde donde
surgieron las primeras reflexiones a este propósito. Él
se encontraba, hace 35 años, en el sitio que hoy ocupa la
represa Rapel. En ese lugar, antes de comenzar la represa, se instaló
un conjunto de monolitos de hormigón dispersos, que en su
cara superior tenían una placa de bronce, de unos 20x20 cms.,
que llevaban trazadas unas cruces con punta seca. Esos puntos -casi
abstracciones geométricas, casi inmateriales- eran las primeras
matrices que engendrarían, después de muchos años
de trabajo, la mole de la represa. Esas matrices, primeras portadoras
de información, engendrarían otras matrices y así
sucesivamente. Cada vez matrices más fuertes, más
operantes, capaces de transformar los materiales. Se tiene así
que cada máquina, cada útil, cada herramienta, sea
del tipo que sea, es depositaria y capaz de portar ciertos rasgos
que ayudados por la energía pueden ir informando la materia.
De esto se trata esta teoría de la construcción; una
idea abstracta que decanta en un rasgo también abstracto;
rasgo que se hace matriz material a través del hombre -de
su cuerpo y su mente- y que luego esta matriz, portadora de la información,
engendra la forma.
Todos los útiles y objetos y artefactos y edificios entre
los que nos movemos y existimos han surgido y siguen surgiendo de
esta manera. Esta operación o proceso se realiza en las más
variadas y simples acciones diarias de cada uno de nosotros, a cada
instante, en forma aparentemente tan natural, trivial, que no reparamos
en ello. Y resulta que sucede exactamente lo mismo cuando ordenamos
las cosas sobre una mesa; cuando escribimos con un lápiz
sobre una lámina de papel; cuando nos peinamos en las mañanas
que cuando construimos los más sofisticados computadores
o naves espaciales.
Es decir, los conceptos aquí expuestos son aplicables con
pleno rigor tanto a la realización de un edificio de última
generación, como para cocinar un plato de comida. El libro
está escrito con un lenguaje general que expresamente evita
cualquier especialización, por lo que no tiene tiempo. El
modo que propone para enfrentarse a cualquier tipo de construcción
no depende de los avances tecnológicos, pues se sitúa
precisamente en la esencia de toda tecnología. Es, en el
fondo, un tratado acerca de la técnica, pero entendida ésta
como la posibilidad de lo creativo; la técnica en sí
misma considerada como un medio -y no como un fin- de la creatividad.
La “Construcción Formal” de Fabio Cruz es la
invención de un lenguaje y como tal sirve a la comunicación
de los oficios; los reúne en un campo común de suerte
que hace posible la interacción, reunión y colaboración
de múltiples disciplinas frente a casos constructivos de
la más variada índole. Un verdadero lenguaje es aquel
que permite la comunicación entre campos disímiles
y distantes; que consigue establecer parámetros objetivos
sobre los cuales se funde una relación efectiva y real entre
especialidades que normalmente no pueden comunicarse. El que un
buen albañil pueda conversar en el mismo lenguaje con un
ingeniero constructor de puentes y éstos con un pintor, no
es una cuestión corriente. Es por ello que nos parece que
este escrito puede hacer un inmenso aporte al desarrollo creativo
de diferentes disciplinas técnicas, profesionales y artísticas.
El libro “Construcción Formal” es, entonces,
la creación de un lenguaje abstracto que relaciona a las
actividades creativas que se ocupan de tratar con la materia. No
importa ni el oficio ni la ocupación. Su importancia reside
en que se trata de una creación profundamente original que
introduce un lenguaje que puede comunicar a los oficios allí
donde antes no había comunicación posible. Este es
un libro que se ocupa del buen obrar y la seriedad con que se toma
el hecho mismo de una obra -cualquier obra- y da cuenta de un intento
por aprender de los secretos que toda construcción conlleva.
Este texto es significativo, sensible y de profunda utilidad y se
ha venido impartiendo, durante los últimos 20 años,
como un constituyente fundamental de los cursos de construcción
(no es un texto de consulta, sino que tiene la cualidad y calidad
de un curso en sí mismo) en las carreras de arquitectura
y diseño industrial de la Escuela de Arquitectura y Diseño
de nuestra universidad
Pero este libro no es un manual, sino que es, como dije antes, un
tratado sobre la esencia de la técnica.
Occidente le ha confiado ciegamente la solución de todos
sus problemas a la tecnología. Hoy todo tiende a convertirse
en un empeño técnico y esta abundancia se nos muestra
como un bien. Sin embargo vemos cómo estos modos han derivado
en problemas extremos y complejos como las hambrunas, las sequías,
los cambios climáticos, la creciente desigualdad entre los
ricos y los miserables o la destrucción sistemática
del medio ambiente. El mundo supone que tales catástrofes
serán arregladas más temprano que tarde por el desarrollo
de alguna tecnología. Pero la técnica moderna busca
y establece la verdad a través de un apremio provocativo
hacia la naturaleza; pretende que algo esté acumulado, disponible
y solícito para cuando se lo requiera. La naturaleza es concebida
como un recurso. Este es el peligro de la técnica moderna.
Sin embargo donde está el peligro nace también lo
salvador, decía el gran Hölderlin.
Muchas de las más extraordinarias maravillas modernas son
en realidad aparatos primitivos: para enviar un transbordador al
espacio utilizamos tanques repletos con toneladas de combustible
capaces de vencer a la gravedad, es decir, fuerza bruta contra fuerza
bruta. Pero un planeador no vuela del mismo modo; ha hecho una traducción
de las fuerzas de la naturaleza para usarlas bellamente en su favor.
Esa traducción es un ingenio técnico y artístico
que no utiliza a la naturaleza como recurso.
Donde está el peligro nace también lo salvador. Lo
reafirmamos con una fábula que aparece en el segundo volumen
de amereida.
Pero había una vez un pueblo de montañas que ha-
bía adquirido por larga práctica una maestría
ca-
si entera sobre todo lo que tenía que ver con el
fuego. Alimentaban en sus cavernas braseros in-
mensos a los que sacrificaban hasta niños chicos
La altura de las llamas era tan grande que de-
voraban todo
Los amos del fuego hasta vertían, por burla, gran-
des cantidades de agua sobre las llamas y se reían
al ver cómo desaparecía, en un momento, todo en
vapor.
Ahora bien, un día vinieron de la llanura unos men-
sajeros para pedir socorro. Anunciaron que el Di-
luvio había comenzado y que el mar invadía sus
tierras.
Los amos del fuego respondieron: ¿Por qué tienen
miedo? ¿No saben que el Fuego es amo de todo?
Les
Les ordenaron a los extranjeros que construyeran unos
carros enormes para que en ellos se pusiera el
fuego para bajarlo a la llanura. - “Allí - agre-
garon - opondremos nuestro fuego al mar y el agua
será reducida a vapor”.
Pronto estuvieron prestos los carros. Se pusieron
en camino
Mientras tanto Noé trabajaba en el Arca
Este libro es para los constructores de arcas,
y no para los amos del fuego.
Gracias.
Jaime Reyes
poeta
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